Ustedes, que son inteligentes, deben saber que diferentes naciones tienen distintos conceptos de las cosas, por ello, no interpreten mal el hecho de que nuestras ideas acerca de este tipo de educación no sean las mismas que las suyas. Tenemos cierta experiencia en ello: varios de nuestros jóvenes fueron educados hace algún tiempo en las universidades de las provincias del norte; fueron instruidos en todas vuestras ciencias, pero cuando volvieron a nosotros... desconocían de los medios necesarios para vivir en los bosques... tampoco servían como cazadores, guerreros o consejeros, realmente no podían hacer nada. Sin embargo, agradecidos por su generoso ofrecimiento y para mostrarnos nuestra gratitud, si los caballeros de Virgina nos envían a una docena de sus hijos, nos ocuparemos con esmero de su educación, instruyéndoles en todo lo que sabemos y haremos de ellos unos hombres”.
Respuesta de los Indios de las Cinco Naciones a una invitación del gobierno de Virginia para enviar muchachos al William and Mary Collage; Drake, Biography and History of the Indians of North América.
Cuando leí este fragmento, tras la inevitable sonrisa que provoca el comprender la situación, me dí cuenta de lo bien que ilustra, de forma breve y sencilla, lo que confundimos los cultos y eruditos occidentales del siglo XIX cuando creemos estar hablando de inteligencia, educación y cultura.
Hemos categorizado casi a la perfección lo que es ser culto en esta sociedad. Y no solo eso. Hemos establecido el "caché" que te otorga dicha cultura. Pero consideramos importantes los conocimientos de áreas muy restringidas y que resultan adaptativas en una serie limitada de circunstancias.
Así, cuando etiquetamos a alguien de culto/inculto, cometemos dos errores principalmente:
1. Es posible que no hayamos podido comprobar todos los ámbitos del saber en el que debería ser diestro para poder otorgarle tal cualidad.
La persona culta es una persona leída —“que ha leído mucho y es persona de muchas noticias y erudición”, dice el diccionario de la RAE—. Solemos anticipar el juicio cuando conocemos a alguien de determinada profesión o estatus social. También solemos hacerlo al comprobar que maneja ciertos conocimientos de temas como arte, literatura o política. Siendo así, parecemos dar por hecho que sabe de todo lo demás.
2. Solemos emplear una TIP. Para los eruditos del arte, la literatura y la política que deseen conocer el significado de esto, les diré de forma simple y esquemática, que son las siglas de Teoría Implícita de Personalidad. Es decir, que adjudicando un rasgo determinado a una persona, predecimos la existencia o coexistencia en ella de otros rasgos que creemos relacionados.
Así, deducimos que una persona culta también será inteligente.
Cierto es que el conocimiento del mundo (lo que vagamente hemos decidido llamar cultura) es una parte de las mediciones de la Inteligencia. Pero no es la única. Ni mucho menos. Hay muchos otros factores que no se estudian en los libros o no se adquieren leyendo ninguna página salmón. Así que, lamentablemente, ni una persona culta tiene por qué ser inteligente; ni una persona inteligente, en mi opinión, necesariamente debe ser culta -o, repito una vez más, lo que hemos decidido llamar culto.
No critico la cultura (válgame Dios!) ni desprecio el saber o la instrucción. Es importante, esencial para el desarrollo y un medio para el crecimiento personal (entre otras muchas cosas...).
Solo quiero hacer una pequeña recomendación. La de pararnos tres segundos antes de emitir un juicio de valor, cuando descubramos que alguien no sabe quién escribió Fausto...
3 comentarios:
Por ahí no paso. Es durísimo que hoy en día un persona joven no sepa quien escribio Fausto ni tenga conocimientos básicos de esa calaña. Para eso tenemos la educación obligatoria.
Sí creo que se puede ser inteligente sin almacenar y digerir una serie de datos elementales, se puede ser inteligente y mucho. Sin embargo ser inteligente no exime de ser un ignorante. Y ese es el juicio que creo que se debe emitir
He ahí el problema de nuestra querida educación reglada.
Para mí, es mucho más duro hoy día que un joven no sepa cualquier otra cosa de la vida...
Quien se ocupó de decidir cuáles son los conocimientos que alguien, vamos a decir, "no ignorante", debe conocer para adquirir ese estatus, se dejó en el tintero muchas cosas...o bien las dió por supuestas -que es lo más problable-. El problema es que nosotros nos hemos saltado ese paso intermedio, nos hemos olvidado de lo esencial, para pasar a basarnos únicamente en lo superficial.
Saber de literatura (o de historia, no se muy bien dónde encuadrar lo de Fausto) debería ser, por decirlo de una manera simplista, de las "ultimas" cosas que alguien debería aprender. Lo importante, lo útil, lo adaptativo, lo necesario para crecer...todo eso debe suponerse en alguien "intelectual". Sin embargo, lo que yo digo es que asumimos ese concepto artificial que hemos llamado cultura como medidor de las capacidades de alguien, porque damos por sentado que si tiene ese nivel, ha cubierto todos los anteriores. Y lamentablemente, cada vez menos, esto es así.
La inteligencia no se adquiere estudiando ni almacenando datos (elementales o no). Eso es un hecho.
Pásate por mi blog, hermosa, que has sido nominada.
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