Tras varios años ya después de publicar una entrada sobre el PIR, siguen
existiendo dudas muy similares.
El PIR (Psicólogo Interno Residente) sigue teniendo las competencias muy claras, pero la
lucha está por aclarar las competencias de aquellos que no acceden a la
formación sanitaria especializada.
La práctica privada es un terreno poco vigilado, en el que
los estándares de calidad y profesionalización no se comprueban, es decir, el
cliente/paciente no sabe qué formación o titulación tiene que exigir al
profesional que tiene delante.
La formación en clínica no es opcional para poder ejercer
como psicólogo clínico.
No es legal hacer psicoterapia sin la formación
correspondiente. Muchos licenciados/graduados en psicología, tras salir de la
carrera, trabajan en el ámbito privado bajo el amparo de que lo que hacen
"no es psicoterapia" o que "no tratan trastornos", por lo
que muchos tiene la idea equivocada de que para trabajar en la privada "no
es obligatorio" tener formación. Esto es, cuanto menos, peligroso.
Al inicio de exigir la f.s.e. (formación sanitaria
especializada), es decir, el PIR, para ejercer como psicólogo clínico hubo un
proceso de convalidaciones para dar cabida a todos aquellos profesionales
formados y con experiencia que ya disponían de los criterios para considerarlos
clínicos.
No dudo que en este proceso se cometieran algunas
injusticias al dejar fuera a personas que contaban con años de experiencia y
formación, como el caso que comenta Anónimo, y como el caso de muchas personas
que trabajaron durante años en otro país (caso de un compañero argentino al que
le negaron el acceso al título clínico por la vía transitoria).
No obstante, me parece arriesgado que sigan existiendo
lagunas legales en las que personas con poca formación, se lancen a trabajar
con personas que están sufriendo. Creo que esto no beneficia a la visión que se
tiene de la psicología, ya que perpetúa la imagen de la psicoterapia como algo
sin fundamento, algo como una mera conversación en la que se "dan
consejos".
Ahora, con el nuevo máster de Psicólogo General Sanitario
(PSG)se crea una nueva figura a medio camino entre el licenciado (ahora Grado)
en Psicología y el Especialista en Psicología Clínica. Es decir, se exige una
formación de postgrado (2 años) más específica en Psicología de la Salud (ya
que, durante el grado, esto supone solo una parte de la formación) y se les
reconoce con capacidad para trabajar en Promoción de la Salud.
Esto da salida a muchos titulados en Psicología que no
pueden o no quieren acceder al PIR, pero no les permite hacer diagnósticos o
tratar trastornos psicológicos.
El peligro de esto es que el terreno vuelve a ser turbio, ya
que, de nuevo valiéndose de la privacidad de lo que ocurre dentro de una
consulta, pueden alegar que no están haciendo psicoterapia o que la persona con
la que trabajan no tiene un trastorno psicológico. Y es que el límite es
complejo de establecer. Incluso para los profesionales. Cuanto más para los
ciudadanos legos en estos términos.
Es indignante las pocas plazas que hay para la formación
PIR. Con las personas que acceden al año casi no es posible cubrir las
necesidades del Sistema Nacional de Salud, cuanto menos toda la práctica
privada.
No se cuál es la mejor solución a esto, pero sí se que
ponerse a ejercer sin formación especializada en psicopatología y psicoterapia
es poco ético (además de ilegal).
Tampoco se si el máster PGS otorga los conocimientos
necesarios para ello, pero no debe hacerlo cuando el ministerio de sanidad y el
de educación establecen que no pueden diagnosticar ni tratar pacientes. Queda
en la profesionalidad de cada uno, derivar al paciente/cliente a un
especialista cuando se detecta un trastorno.
Esto ha derivado en una escisión dentro de los psicólogos
españoles. Tratamos de luchar por establecer competencias, unos, para poder
ejercer sin pasar por el PIR, otros, para que se nos reconozca la formación que
nos ha empleado durante 4 años de residencia.
Lo que está claro es que alguien ha conseguido algo. Las
peticiones por una salud mental pública de calidad, el aumento de plazas PIR o
la oportunidad de formación de calidad han pasado a un segundo plano.
Con la oferta de un máster de dos años (privado y por tanto,
claro está, previo pago) han abierto una puerta a una figura que no reconoce la
psicología como sanitaria (el grado sigue siendo una titulación no sanitaria),
sigue sin regular la práctica privada, ya que en muchos casos es ambigua y abre
la puerta a que muchas instituciones públicas contraten, por menos dinero, a
una persona menos formada (porque pagar un especialista cuesta más).
Hemos empezado a pelearnos entre nosotros, sin darnos cuenta
de que así hemos dejado de pelear por otras cosas.
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