Sí, tal vez lleve vistos demasiados capítulos de Sexo en Nueva York. Sí, se que esas cuatro divinas nada tienen que ver con las terrenales; se que resulta poco creible que alguien que se gasta 400 dólares en unas sandalias incomodísimas pueda dar consejos y reflexioar sobre la vida "real"...lo se. Pero teneis que reconocerme que a veces tiene razón.
Dejando aparte lo coherente o incoherente que resulte que alguien pueda ser tan frívola y neurótica y a la vez tan reflexiva y racional, os recomiendo la serie y, si no entera, al menos algunos de los capítulos. Dejando a un lado todas las referencias al sexo, encierran reflexiones muy útiles.
Más allá de los constantes giros alrededor de la idea de mujer satisfecha-a-pesar-de-ser-soltera, es interesante ver cómo cada una de las 4 amigas representan 4 puntos de vista diferentes e incluso opuestos en cada problema o dilema moral.
Hoy he visto un capítulo sobre el aborto. Una de las protagonistas estaba embarazada (posiblemente por el embarazo de la actriz, tal y como comenté en la entrada anterior) y se planteaba la opción de interrumpir el embarazo, sin consultarselo al padre.
Dejando a un lado el dilema moral del aborto, una de las cuestiones planteadas atañe a la diferencia de roles de género en una situación como ésta; y los derechos que cada uno de los participantes tiene en ella.
Es obvio que el cuerpo de una es suyo y que, en principio, tendría todo el derecho del mundo a opinar sobre lo que ocurre en él. Es obvio que es la mujer la que va a estar embarazada 9 meses, la que va a sufrir cambios hormonales, cambios en su aspecto, en sus relaciones y en su vida (si tiene que tomarse la baja o guardar reposo). Es la mujer la que da a luz y la que da el pecho durante meses, estableciendo un vínculo muy fuerte con el recién nacido...
Pero ¿qué pasa con el padre del niño? Suponemos que al no tener el subidón hormonal no sienten que el hijo es suyo. Presuponemos que su decisión cuenta menos que la nuestra, porque no es dentro de él donde el bebe está creciendo. Pero, ¿es eso justo?.
No entiendo mucho de leyes, pero la práctica dice que la mujer es la que tiene la última palabra sobre si seguir con el embarazo o interrumpirlo. Tener la decisión en nuestra mano (sin eximir de la responsabilidad de la concepción a nadie) de hacer padre a alguien o negarle un hijo que él ya puede sentir que existe como parte de él es una decisión tal vez demasiado importante como para tomarla en solitario.
¿Exigimos nuestra libertad femenina coartando la de la otra persona? Reivindicamos que es nuestro cuerpo y nuestra vida. Pero ¿qué pasa con la vida de él?
De lo que estoy realmente segura es de que hay que consultar a la persona que comparte paternidad con nosotras. Pero las cosas se complican si resulta que ambas partes no están de acuerdo en el futuro de la gestación.
Si el padre quiere interrumpir el embarazo y la madre no...¿tiene la madre la libertad de querer tenerlo? Después de todo, el embarazo ha sido cosa de dos...Y no es justo hacer pasar a una mujer por algo tan agresivo física y psicológicamente por expreso deseo masculino...¿Y si es al contrario? ¿Y si la madre desea abortar y el padre no? En ese caso, ¿es más justo pedirle a un hombre que pase por el "duelo" de perder a un hijo por decisión unilateral de la madre? Es una decisión difícil y tal vez la respuesta esté en las circunstancias que rodeen a caso individual...pero me parecía una reflexión interesante...hoy, más que nunca...a lo Carrie Bradsow.
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