Otra entrada a lo Carry Bradsow...pero no os confundais, no me parezco en nada a ella, ni jamás me pondría un tutú rosa por muy chic que quede...En fin, esta es una reflexión sobre las relaciones interpersonales.
Tanto las relaciones de pareja como las de amistad se rigen por unos patrones más parecidos de lo que nos pensamos: tanto la pareja como un amigo cubren una serie de necesidades que tenemos. Obviamente, hay necesidades que solo cubre la pareja (salvo esas noches de borrachera, en la que si no tenemos pareja, echamos mano de un amigo...) y otras que nadie como tu amig@ del alma puede satisfacer. Pero existen otras que ambos comparten, existen necesidades de reafirmación, de pertenencia, de consideración, de compañía, de atención, de autoestima... que tratamos de llenar con amigos y con la pareja. Son aspectos importantes, esenciales de la relación e incluso de nuestra propio universo personal. Pero, si estos patrones son tan parecidos, ¿por qué resultan más difíciles las relaciones de pareja?¿Acaso adjudicamos más valor o más peso a la responsabilidad que tiene nuestra pareja en la satisfacción de estas necesidades? ¿O los amigos acaban desaparenciendo de nuestra vida cuando no lo hacen y con nuestra pareja somos más resistentes al abandono?
Tal vez tenga algo que ver con esto. Cuando un amig@ deja de prestarnos atención o de darnos el cariño constante que demandamos, asumimos que esa no es su función; pero a nuestra pareja la presionaremos para que se comporte de la forma en la que queremos, para que así nuestras inseguridades queden anestesiadas.
Tal vez cuando evolucionamos y cambiamos en algún aspecto de nuestra vida que nos hace menos afines a nuestras amistades, simplemente las cambiamos. Cambiamos el grado de intimidad con ellas, el grado de relación, la frecuencia de las interacciones...No así con nuestra pareja. Cuando una mañana nos despertamos y nos damos cuenta que fulanito no me escribe todo lo que me gustaría o que menganita no es suficientemente cariñosa conmigo, desplegamos todo un arsenal de tácticas y estrategias para conseguir que lo haga: el chantaje (emocional o no), el soborno, la amenaza...incluso alguna forma rústica de reestructuración cognitiva o modificación de conducta a lo perro de Pavlov. ¿Ha cambiado la persona? ¿Hemos cambiado nosotros? ¿O tal vez nunca fuimos compatibles pero hasta hoy nos compensaba? ¿Es honesto cambiar a la persona para que se amolde a nuestras necesidades? ¿Estamos pensando en las suyas en esos momentos? Tal vez la forma más honesta es la negociación, el punto intermedio en el que podamos llegar a modificar nuestras necesidades, tratar de satisfacer las del otro y que el otro se esfuerce en llegar a lo acordado. Es un punto de equilibrio, pero ¿es posible?
2 comentarios:
Mucho mejor que Carrie, dónde va a parar...
Y digo yo dónde hemos dejado a la fulanita del blog de la que comenta sobre mi. Esa cumplía unas necesidades tremendamente básicas, me acuerdo antes de ella que de fulanito y menganita. :P
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