No, no voy a hacer ningún tipo de predicción del número premiado, aunque después de la suerte que tuvimos ayer, deberíamos tener algún derecho cósmico a que nos tocara un pellizquín...
En fin, de lo que quiero hablar en esta entrada es de por qué compramos la lotería de Navidad. Tal vez sea por la potente campaña publicitaria que ponen en marcha para este sorteo; tal vez nos pensamos bendecidos por la magia navideña o tal vez es simplemente una tradición más a que accedemos...tal vez también sea por alguna de estas razones.
Pero la razón principal, el motivo que más peso tiene, es uno y lo solemos expresar así: "¿Y si les toca a todos y a mí no?"
Para poder dilucidar mínimamente por qué este pensamiento es tan universal y casi tan automático hay que explorar el proceso de toma de decisiones, y si lo hacemos de forma "matemática" o no.
Si a una persona le preguntaran qué prefiere: perder cero euros o perder 20, muy seguramente escogerá la primera opción. Sin embargo, en la realidad mucha gente escoge perder los 20. Por ejemplo, cada vez que una persona se enfrenta a la disyuntiva de comprar o no un billete de lotería que ofrece un premio de 300.000.000 de las antiguas pesetas, está escogiendo entre una alternativa con un valor real de -20 euros, si lo compra, o de cero euros, si no lo compra.
Parece ser que cuando tenemos que decidir si comprar o no una participación en lotería concedemos un valor extraordnario al futuro arrepentimiento si les toca a todos la lotería y nosotros no compramos. Esto es lo que se conoce como la Teoría del arrepentimiento o de las emociones Anticipadas (Bell, 1982,1985). Desde este planteamiento se identifican emociones que podrían ser anticipadas cuando se toma una decisión:
- Arrepentimiento vs. regocijo (emociones que emergen al comprobar qué habría pasado al tomar una decisión diferente).
- Decepción vs. Júbilo ( emociones que emergen al comprobar el resultado de la una decisión).
Estas emociones guiarían nuestra conducta de tal forma que:
- Si compramos lotería y no toca: Decepción.
- Si no compramos lotería y no toca: Regocijo.
- Si compramos lotería y toca: Júbilo.
- Si no compramos lotería y toca: Arrepentimiento (especialmente si toca a los demás).
Cuando nos ofrecen comprar lotería, anticipamos estas emociones. Por supuesto, una muy importante es la de júbilo (anticipamos cómo nos sentiremos si toca); pero la que más peso tiene para quien acaba comprando es la de arrepentimiento. La anticipamos tan intensa, que tratamos de evitarla.
De esta forma, podríamos decir que jugamos no tanto porque esperamos que nos toque, sino para evitar ser el único que se queda sin pastel.
En fin, de lo que quiero hablar en esta entrada es de por qué compramos la lotería de Navidad. Tal vez sea por la potente campaña publicitaria que ponen en marcha para este sorteo; tal vez nos pensamos bendecidos por la magia navideña o tal vez es simplemente una tradición más a que accedemos...tal vez también sea por alguna de estas razones.
Pero la razón principal, el motivo que más peso tiene, es uno y lo solemos expresar así: "¿Y si les toca a todos y a mí no?"
Para poder dilucidar mínimamente por qué este pensamiento es tan universal y casi tan automático hay que explorar el proceso de toma de decisiones, y si lo hacemos de forma "matemática" o no.
Si a una persona le preguntaran qué prefiere: perder cero euros o perder 20, muy seguramente escogerá la primera opción. Sin embargo, en la realidad mucha gente escoge perder los 20. Por ejemplo, cada vez que una persona se enfrenta a la disyuntiva de comprar o no un billete de lotería que ofrece un premio de 300.000.000 de las antiguas pesetas, está escogiendo entre una alternativa con un valor real de -20 euros, si lo compra, o de cero euros, si no lo compra.
Parece ser que cuando tenemos que decidir si comprar o no una participación en lotería concedemos un valor extraordnario al futuro arrepentimiento si les toca a todos la lotería y nosotros no compramos. Esto es lo que se conoce como la Teoría del arrepentimiento o de las emociones Anticipadas (Bell, 1982,1985). Desde este planteamiento se identifican emociones que podrían ser anticipadas cuando se toma una decisión:
- Arrepentimiento vs. regocijo (emociones que emergen al comprobar qué habría pasado al tomar una decisión diferente).
- Decepción vs. Júbilo ( emociones que emergen al comprobar el resultado de la una decisión).
Estas emociones guiarían nuestra conducta de tal forma que:
- Si compramos lotería y no toca: Decepción.
- Si no compramos lotería y no toca: Regocijo.
- Si compramos lotería y toca: Júbilo.
- Si no compramos lotería y toca: Arrepentimiento (especialmente si toca a los demás).
Cuando nos ofrecen comprar lotería, anticipamos estas emociones. Por supuesto, una muy importante es la de júbilo (anticipamos cómo nos sentiremos si toca); pero la que más peso tiene para quien acaba comprando es la de arrepentimiento. La anticipamos tan intensa, que tratamos de evitarla.
De esta forma, podríamos decir que jugamos no tanto porque esperamos que nos toque, sino para evitar ser el único que se queda sin pastel.
1 comentario:
En fin,que como siempre nos mueve mas la envida que otra cosa... Ay! No tenemos remedio, el ser humano es así, que le vamos a hacer. De todas formas el día 22, como siempre, para la mayor parte de España ser el día de la salud...es lo mismo todo los años: Bueno, no nos ha tocado pero...mientras tengamos salud. jaja
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