LONDRES – ¿Es el cannabis dañino para la salud mental? Durante muchos años,
esta pregunta suscitó un intenso debate, a menudo más acalorado que
esclarecedor. La situación actual es esta: la comunidad científica coincide, en
general, en que la mayor parte de las personas que usan cannabis no
desarrollará problemas significativos de salud mental. Sin embargo, algunas
personas son más susceptibles a los efectos negativos de su uso.
Durante mucho tiempo se pensó que el cannabis era una droga relativamente inocua, y que los temores por su
consumo eran exagerados. Algunos psiquiatras señalaban, sin embargo,
que el uso excesivo podría conducir a un estado psicótico que incluye
alucinaciones, delirios y alteración del pensamiento. Pero el primer indicio
significativo de una conexión entre el uso de cannabis y la psicosis no se
encontró hasta 1987, con la realización de un gran estudio en Suecia en
el que se siguió a más de 50.000 sujetos a lo largo de 15 años. Aquellos que
informaron ser usuarios de cannabis al principio del estudio mostraron una
mayor probabilidad de que se les diagnosticara esquizofrenia en los 15 años
siguientes, probabilidad tanto mayor cuanto mayor fuera el uso.
Curiosamente, este hallazgo no despertó mucho interés, y no se conocen
estudios similares hasta 2002. Pero desde entonces se han hecho muchos estudios
para explorar la asociación entre el uso de cannabis y la psicosis. Una compilación
de los mejores, publicada en 2007, concluye que el uso frecuente (diario) de
cannabis duplica el riesgo
de trastornos psicóticos. Como la prevalencia de enfermedades
psicóticas es tal que aproximadamente el 1% de la población desarrolla un
trastorno de esta clase a lo largo de su vida, el uso diario de
cannabis aumentaría el riesgo a 2%.
Por supuesto, la existencia de una correlación positiva entre el uso de
cannabis y la psicosis no permite establecer un vínculo causal directo entre
ambos. Podría ocurrir que la psicosis sea causa del uso de cannabis (y no al
revés), o que algún factor mediador desconocido provoque tanto el uso de
cannabis como la psicosis.
Hay además otros elementos que complican la relación. Por ejemplo, parece
que un factor importante es
la edad en la que se comienza a usar cannabis. Aquellas personas que empiezan
antes de los 16 años están expuestas a un mayor riesgo de psicosis que quienes
comienzan después de los 18. Esto se condice con datos de la biología que
sugieren que durante la etapa de maduración, el cerebro es más susceptible a
los efectos negativos del cannabis.
Un trabajo de investigación reciente demostró que una variante particular
de un gen llamado AKT1 influye sobre el riesgo de psicosis.
Para los portadores de la variante C/C (presente en aproximadamente el 20% de
la población), el riesgo de psicosis es siete veces mayor, pero solamente entre
personas que usan cannabis todos los días. El riesgo de psicosis no aumenta en
quienes usan cannabis los fines de semana o con menor frecuencia, como tampoco
en los portadores de las variantes C/T y T/T del gen AKT1, tanto si usan
cannabis a diario o solo los fines de semana.
Además, el riesgo de
psicosis varía según el tipo de cannabis consumido. En una
comparación de los dos tipos más usados en el Reino Unido, hachís y
“sinsemilla” (skunk en inglés), se descubrió que el uso del segundo
implica un aumento considerable del riesgo de psicosis, algo que no sucede con
el primer tipo.
Esta divergencia se explica por una diferencia en la combinación de los
componentes principales del cannabis, el delta-9-tetrahidrocannabinol (THC) y
el cannabidiol (CBD). La variante sinsemilla consumida en el Reino Unido tiene
altos niveles de THC pero prácticamente no contiene CBD; en cambio el hachís
tiene cantidades aproximadamente iguales de ambos componentes. Esto quedó en
evidencia en un estudio de laboratorio en el que administramos THC puro o una mezcla
de THC y CBD a voluntarios sanos. Quienes recibieron solamente THC
experimentaron un aumento considerable de pensamientos paranoides, síntomas
psicóticos y deterioro de la memoria, mientras que los que recibieron la
combinación no experimentaron paranoia, sufrieron menos síntomas psicóticos y
mantuvieron la función de la memoria.
Algunos estudios también han explorado el papel del uso de cannabis en
trastornos tales como la depresión y la ansiedad. Aunque apenas se han hallado
indicios de algún vínculo, el potencial adictivo del cannabis está mejor
comprobado. Aproximadamente el 10% de las personas que fuman cannabis llegan a
desarrollar dependencia, con el consiguiente síndrome de
abstinencia al cortarse el uso, por ejemplo: ansia por consumir,
irritabilidad, trastornos del sueño, dolor abdominal y nerviosismo. Una vez
más, parece que el CBD contrarresta los
efectos adictivos del cannabis y brinda alivio del síndrome
de abstinencia.
Se han hecho muchos estudios sobre los posibles efectos negativos del uso
de cannabis en la memoria y otras funciones cognitivas. Está generalmente
aceptado que el uso frecuente y prolongado de cannabis deteriora la función
cognitiva, pero que el efecto se revierte tras un período de abstinencia de
entre 3 y 12 meses. Sin embargo, en un estudio reciente en el que se siguió a
un grupo de personas desde el nacimiento hasta los 38 años de edad, se
descubrió que aquellos que consumían cannabis desde una edad temprana, todos
los días y por varios años mostraban una caída permanente de
8 puntos en las pruebas de CI. (Este estudio no se repitió.)
Por último, entre el uso de cannabis y la salud mental hay otro vínculo
dañino que a menudo se subestima: el que se origina en las derivaciones legales
de ser descubierto. Hay lugares (como los Países Bajos y Portugal) donde la
posesión de cannabis no está penada; otros donde puede dar lugar a advertencias
legales y multas; y finalmente hay lugares donde la tenencia puede ser
castigada incluso con prisión perpetua (sudeste de Asia).
Tener un prontuario delictivo puede afectar negativamente las posibilidades
futuras de empleo, educación y viaje, lo cual puede plantear sus propias
amenazas a la salud mental; por ejemplo, el desempleo genera un riesgo
considerable de suicidio, ansiedad, depresión y psicosis.
Entonces, ¿daña el uso de cannabis la salud mental? La respuesta es: sí y
no. Mucho depende de la edad de comienzo de uso, de los genes y de la cantidad,
la frecuencia y el tipo de sustancia consumida (y, por supuesto, de que a uno
lo atrapen o no).
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