jueves, 26 de marzo de 2009

¿Y por qué a mí no?


¿Alguna vez os habéis planteado por qué el ser humano es monógamo en muchas de las culturas? Hay ciertas teorías que hablan del instinto femenino de supervivencia para sí misma y su prole...otras sobre el carácter puramente socioculural de este hecho. Pues bien, yo creo que la verdadera razón es algo mucho más simple que todo esto: los celos.

Somos monógamos porque necesitamos que alguien haga algo por nosotros y solo por nosotros. Otorgamos una posición de supremacía a alguien, le elevamos a una posición destacada sobre todos los demás para que quede de manifiesto que es por esa persona por quien vamos a esforzarnos, por quien vamos a hacer cosas especiales, a quien vamos a apoyar y a mimar más que a nadie. Y además, necesitamos que alguien nos eleve a nosotros a ese pedestal...no llevamos muy bien que alguien “a nuestro nivel” tenga más atención que nosotros. Y si no me creéis, halagad en un grupo de iguales a alguno de los miembros y observar las caras...contad las expresiones de “y por qué a mí no” y sabréis a lo que me refiero. Para sembrar discordia solo hay que romper el equilibrio de atenciones en un grupo y al parecer, para ello es mucho más efectivo tener un detalle con uno de los miembros que no tenerlo con ninguno...