domingo, 16 de noviembre de 2008

Mercado Medieval cacereño

El Mercado Medieval de las Tres Culturas, es como han llamado este año al Mercado Medieval de Cáceres. Una parte cristiana en Santa María, una árabe en San Mateo y la judía, en el barrio judío (evidentemente).
Una gran idea, por cierto, el incluir una representación de la cultura judía en la parte de la ciudad que albergó la historia de este pueblo...Lástima que a lo más que llegamos fue a poner sábanas blancas de un lado a otro de las callejuelas y alguna que otra estrella de david pintada "a lo rotu".


Había una mezcla un poco extraña. Daba una impresión entre la "multiculturalidad" y el aprovecho-para-vender.
A lo largo de la parte cristiana (junto a tragafuegos que asustaban a los pequeños -y las no tan pequeñas- de la fiesta) había puestos de asadores y tabernas o abadías, que asaban cochinillos emulando los festejos de los más afortunados habitantes medievales.

Y entre toda esta representación de antaño, de repente, una pizzería...con traje de campesino-tabernero, eso sí; y con los precios anunciados en una talla de madera...pero pizza de chorizo al estilo tele-remo. Unos pasos más allá, tras el horno de piedra-pizarra, una sidrería...difícil de encuadrar en el espacio-tiempo...

El zoco árabe, más grande que nunca, con las máquinas giratorias de kebab a toda mecha, repartiendo imágen de la España de los siete velos y salsa de yogurt a partes iguales. Los frates invitaban a una cañita a las bailarinas de danza del vientre tras su actuación "meneando" las caderas... que hacían babear al personal masculino adolescente al más puro estilo regeaton.

En el mercado uno podía guiarse por los olores. El olor a garrapiñadas de la plaza se mezclaba con el de los tés y con el olor a quemazón de unas piedras de imán que vendía por 3 euros un Merlín sin barba.

En el arco de la estrella, olor a jobones e inciensos. En Santa María, el olor a costillas asadas y cochinillo al horno, indicaban el comienzo de la zona cristiana y el olor a te y a pastelillos de miel, su final.

Pendientes, anillos, pulseras...prendedores, carteras y bolsos. Zapatillas con borreguito, pieles, gorros y hasta excalibur. Ponis, camellos, ocas y halcones. No sabemos de qué época eran representativos pero animaban el cotarro.
Flautas, pinochos, piña colada, velas y curri. Cuadros con escudos, tejas con pinturas, tu nombre en árabe o una lectura del tarot...quien no encontraba algo es que no buscaba bien.

domingo, 2 de noviembre de 2008

Y llegó el frio


Nos a visitado casi de sorpresa...no sabemos si se quedará indefinidamente o esto será solo un recordatorio del clima de antaño, porque con esto de que el tiempo está loco, no sabemos si estas serán unas blancas navidades o si recibiremos el próximo año en manga corta...

Sea como fuere, hemos tenido que desempaquetar los chaquetones y las mantas de un día para otro y parece que entre unas y otras, han salido ciertas cosas que tenemos guardadas para utilizar solamente durante el invierno.

Parece que junto con las zapatillas de estar en casa forradas de borreguito y los guantes desemparejados, sacamos la parte de sensiblería y nostalgia que con el calor no nos cabe debajo de las ropas veraniegas.

¿Por qué parece que el invierno es más propicio para la introspección? ¿Por qué es más fácil estar triste cuando hace frío? A lo mejor es cierto eso de que la primavera la sangre altera...O a lo mejor nuestra mente aprovecha el recogimiento del frío exterior para coger carrerilla y refugiarse en uno mismo de todo lo demás...


¿Os habéis fijado en que la navidad parece ser la época de "echar de menos"? Sí, ya se que hay una cultura familiar alrededor de la fecha...pero si es tan familiar, ¿por qué echamos de menos a un amigo o a un antiguo amor?

Las canciones parecen más melancólicas. Todo está rodeando de una especie de magia que intensifica las emociones (positivas y negativas). Peli romántica, de estas de llorar, y sofá no pegan con un 15 de agosto -tal vez porque la manta por encima es un complemento ineludible...-.


La ropa es más oscura, y las calles tienen más sombra...

Tal vez es eso, cosa de la luz...Dicen que la luz del sol nos anima, nos activa, nos hace ser más optimistas...De hecho hay terapias lumínicas para el tratamiento de la depresión y depresiones que desaparecen al terminar la estación invernal.

A lo mejor vivir más horas de noche nos vuelve más introvertidos, más pesimistas, más depresivos...más vulnerables.


Sea cual sea la explicación, cuidado al desempolvar los abrigos.