lunes, 16 de junio de 2008

El arte de la introspección

La introspección o percepción interna tiene como fundamento la capacidad reflexiva que la mente posee de referirse o ser consciente de forma inmediata de sus propios estados.

Cuando esta capacidad reflexiva se ejerce en la forma del recuerdo sobre los estados mentales pasados, tenemos la llamada "introspección retrospectiva"; pero la introspección puede ser un conocimiento de las vivencias pasadas y también de las presentes, de las que se dan conjuntamente y en el presente del propio acto introspectivo.

El mentalismo clásico -tanto el de la filosofía moderna como el científico- ha utilizado la introspección como el método más adecuado para acceder al mundo psíquico.
El psicoanálisis, en la forma de introspección retrospectiva y la psicología experimental de Wundt, la introspección de las vivencias actuales.
La introspección ha sido sustituida en psicología por el conductismo metodológico básicamente como consecuencia de las siguientes críticas: la introspección no es un método público; presenta los resultados de los procesos psíquicos pero no dichos procesos; parece que la reflexión introduce elementos que desvirtúan la propia vivencia a describir...

En cuanto a la introspección utilizada en el ámbito clínico, es decir, con trastornos mentales, el propio concepto ha evolucionado mucho.
En las concepciones psicoanalíticas, la capacidad introspectiva era el requisito que debían poseer los pacientes, lo que convertía a la terapia en casi "elitista". La capacidad de autoobservación profunda y la expresión de los propios sentimientos y procesos internos a los niveles de "profundidad" que exigía no eran alcanzables para todo el mundo.
Hoy día, hasta la propia entrevista psicológica tiene un gran peso del concepto actual de introspección. Cuando nos preguntan cómo nos hace sentir algo...miramos dentro, pensamos sobre lo que pensamos y sobre lo que sentimos...eso es introspección.

Sobre si una persona tiene la capacidad de introspección cuando padece una psicopatología, la respuesta más acertada sería que depende.
En los casos de trastornos psicóticos, la ausencia de ésta constituye el propio síntoma. De esta forma, la capacidad de reconocer los procesos internos está alterada en la patología, haciendo imposible una introspección "real".
En otros trastornos, como fobias, trastornos de ansiedad, obsesiones (lo que antiguamente se denominaban "neurosis") es muy raro que el enfermo no tenga conciencia de su propia conciencia (es un poco lio, lo se) e incluso casi siempre tienen plena conciencia de su problema.
Incluso en trastornos como la manía es posible que el enfermo posea esta capacidad de reconocer sus procesos internos, si bien es cierto que les resulta más fácil acceder al plano emocional que al cognitivo...

No se si se ha entendido algo... :-)

viernes, 6 de junio de 2008

Dilema Moral


En Europa, una mujer estaba muriendo de una forma especial de cáncer. Había una droga que los doctores pensaban que podía salvarla. Era una forma de radiumque un farmacéutico en el mismo pueblo había descubierto recientemente. La droga era muy cara de fabricar, pero el farmacéutico quería cobrar 10 veces más de lo que le había costado hacerla. Él pagó$400 por el radiumy ahora cobraba $4000 por una pequeña dosis de la droga. El esposo de la mujer enferma, Heinz, fue donde todos sus conocidos para prestarse el dinero, y tratótodos los medios legales, pero sólo pudo reunir $2000, la mitad de lo que la droga costaba. Heinzle dijo al farmacéutico que su esposa estaba muriendo, y le pidióque le vendiera la droga más barata o que le dejara pagarle luego. Pero el farmacéutico dijo: "No, yo descubríla droga y ahora voy a ganar dinero con ella". Entonces, habiendo tratado todos los medios legales posibles, Heinz se desespera y considera la posibilidad de entrar en la farmacia para robar la droga para su mujer. ¿Debe HeinzRobar la medicina?


Este es el más famoso de los "Dilemas de Kohlberg".

Respondiendo a una petición de hace tiempo, quería compartir con vosotros, a grandes rasgos, la teoría de este psicologo acerca del desarrollo moral de las personas.


Kohlberg plantea que los individuos reestructuran su pensamiento acerca de cuestiones sociales y morales a medida que desarrollan su estructura cognitiva desde lo más concreto hasta lo más abstracto, lo que quiere decir que los diferentes niveles morales por los que atraviesan las personas implican diferencias cualitativas en su desarrollo cognitivo. Estos diferentes niveles constituyen estadíos y se dan en todos los hombres y siempre en el mismo orden.


Los estadios de Kohlberg representan categorías generales concernientes a asuntos morales, y no intentan categorizar a las personas. Kohlberg nunca sugirió que las respuestas particulares indican el valor moral de la gente, o que a partir de su sistema se pueda concluir que algunas personas son mejores o más morales que otras. Las respuestas de las personas simplemente muestran cómo es que éstas están pensando y razonando en un determinado momento de sus vidas.
Kohlberg extrajo las definiciones concretas de sus etapas del desarrollo moral de la investigación que realizó con niños y adolescentes de los suburbios de Chicago, a quienes presentó diez situaciones posibles en las que se daban problemas de elección moral entre dos conductas. El análisis del contenido de las respuestas, el uso de razonamientos y juicios, la referencia o no a principios, etc. -se analizaron treinta factores diferentes en todos los sujetos- fue la fuente de la definición de las etapas. Posteriormente, y para demostrar que estas etapas eran universales, Kohlberg realizó una investigación semejante con niños de una aldea de Taiwan, traduciendo sus dilemas morales al chino y adaptándolos un poco a la cultura china.


Así, los niveles de desarrollo moral serían los siguientes:


El nivel Pre-Convencional: se caracteriza por enfocar los problemas morales en base a los intereses concretos de los sujetos que están implicados en ellos. Se juzga en función de las consecuencias concretas de las acciones (principalmente consecuencias físicas como ser castigado o golpeado por haber hecho algo), dejándose de lado por completo los intereses sociales o una noción trascendente de justicia.


En el nivel Convencional, los problemas morales son enfocados desde la perspectiva de ser un miembro de la sociedad, tomándose en consideración al grupo. Se prioriza la obediencia a las reglas y el cumplimiento de las expectativas sociales. Este nivel corresponde al período de la adolescencia, y la gran mayoría de jóvenes y adultos medios de nuestras sociedades se ubican dentro de él.


El nivel Post-Convencional es denominado por Kohlberg"De Principios". Las personas que se ubican en él enfocan los problemas morales desde una perspectiva que va más allá del grupo social. Lo que los sujetos de este nivel priorizan en sus razonamientos, no son ya las leyes y las reglas como tales, sino los principios morales que las sustentan.

lunes, 12 de mayo de 2008

La educación


Ustedes, que son inteligentes, deben saber que diferentes naciones tienen distintos conceptos de las cosas, por ello, no interpreten mal el hecho de que nuestras ideas acerca de este tipo de educación no sean las mismas que las suyas. Tenemos cierta experiencia en ello: varios de nuestros jóvenes fueron educados hace algún tiempo en las universidades de las provincias del norte; fueron instruidos en todas vuestras ciencias, pero cuando volvieron a nosotros... desconocían de los medios necesarios para vivir en los bosques... tampoco servían como cazadores, guerreros o consejeros, realmente no podían hacer nada. Sin embargo, agradecidos por su generoso ofrecimiento y para mostrarnos nuestra gratitud, si los caballeros de Virgina nos envían a una docena de sus hijos, nos ocuparemos con esmero de su educación, instruyéndoles en todo lo que sabemos y haremos de ellos unos hombres”.

Respuesta de los Indios de las Cinco Naciones a una invitación del gobierno de Virginia para enviar muchachos al William and Mary Collage; Drake, Biography and History of the Indians of North América.

Cuando leí este fragmento, tras la inevitable sonrisa que provoca el comprender la situación, me dí cuenta de lo bien que ilustra, de forma breve y sencilla, lo que confundimos los cultos y eruditos occidentales del siglo XIX cuando creemos estar hablando de inteligencia, educación y cultura.
Hemos categorizado casi a la perfección lo que es ser culto en esta sociedad. Y no solo eso. Hemos establecido el "caché" que te otorga dicha cultura. Pero consideramos importantes los conocimientos de áreas muy restringidas y que resultan adaptativas en una serie limitada de circunstancias.

Así, cuando etiquetamos a alguien de culto/inculto, cometemos dos errores principalmente:


1. Es posible que no hayamos podido comprobar todos los ámbitos del saber en el que debería ser diestro para poder otorgarle tal cualidad.

La persona culta es una persona leída —“que ha leído mucho y es persona de muchas noticias y erudición”, dice el diccionario de la RAE—. Solemos anticipar el juicio cuando conocemos a alguien de determinada profesión o estatus social. También solemos hacerlo al comprobar que maneja ciertos conocimientos de temas como arte, literatura o política. Siendo así, parecemos dar por hecho que sabe de todo lo demás.

2. Solemos emplear una TIP. Para los eruditos del arte, la literatura y la política que deseen conocer el significado de esto, les diré de forma simple y esquemática, que son las siglas de Teoría Implícita de Personalidad. Es decir, que adjudicando un rasgo determinado a una persona, predecimos la existencia o coexistencia en ella de otros rasgos que creemos relacionados.

Así, deducimos que una persona culta también será inteligente.

Cierto es que el conocimiento del mundo (lo que vagamente hemos decidido llamar cultura) es una parte de las mediciones de la Inteligencia. Pero no es la única. Ni mucho menos. Hay muchos otros factores que no se estudian en los libros o no se adquieren leyendo ninguna página salmón. Así que, lamentablemente, ni una persona culta tiene por qué ser inteligente; ni una persona inteligente, en mi opinión, necesariamente debe ser culta -o, repito una vez más, lo que hemos decidido llamar culto.


No critico la cultura (válgame Dios!) ni desprecio el saber o la instrucción. Es importante, esencial para el desarrollo y un medio para el crecimiento personal (entre otras muchas cosas...).

Solo quiero hacer una pequeña recomendación. La de pararnos tres segundos antes de emitir un juicio de valor, cuando descubramos que alguien no sabe quién escribió Fausto...

sábado, 3 de mayo de 2008

Irene Sendler: Una heroina del holocausto



Irene Sendler, Heroína del Holocausto Judío Mientras la figura de Oscar Schindler era aclamada por medio mundo gracias a Steven Spielberg que se inspiró en él para hacer la película que conseguiría siete Oscar en 1993 narrando la vida de este industrial alemán que evitó la muerte de mil judíos en los campos de concentración, Irena Sendler seguía siendo una heroína desconocida fuera de Polonia y apenas reconocida en su país por algunos historiadores, ya que los años de oscurantismo comunista habían borrado su hazaña de los libros de historia oficiales. Sin embargo, en 1999 su historia empezó a conocerse y fue, curiosamente gracias a un grupo de alumnos de un instituto de Kansas y a su trabajo de final de curso sobre los héroes del Holocausto. En su investigación dieron con muy pocas referencias sobre Irena, sólo había un dato sorprendente: había salvado la vida de dos mil quinientos niños Cómo es posible que apenas hubiese información sobre una persona así? Pero la gran sorpresa llegó cuando tras buscar el lugar de la tumba de Irena, descubrieron que no existía porque ella aún vivía, y de hecho todavía vive. Hoy es una anciana de noventa y siete años que reside en un asilo del centro de Varsovia en una habitación donde nunca faltan ramos de flores y tarjetas de agradecimiento procedentes del mundo entero. Cuando Alemania invadió el país en 1939, Irena era enfermera en el Departamento de Bienestar Social de Varsovia el cual manejaba los comedores comunitarios de la ciudad. En 1942 los nazis crearon un ghetto en Varsovia e Irena horrorizada por las condiciones en que se vivía allí se unió al Consejo para la Ayuda de Judíos. Consiguió identificaciones de la oficina sanitaria, una de cuyas tareas era la lucha contra las enfermedades contagiosas. Como los alemanes invasores tenían miedo de que se desatara una epidemia de tifus, toleraban que los polacos controlaran el recinto. Era un momento horroroso, debía convencer a los padres de que le entregaran sus hijos y ellos le preguntaban: "¿Puedes prometerme que mi niño vivirá?"...... ¿Qué se podía prometer cuando ni siquiera se sabía si lograrían salir del gueto? Lo único cierto era que los niños morirían si permanecían en él.Las madres y las abuelas no querían desprenderse de sus hijos y nietos. Irena las entendía perfectamente, en aquel entonces, ella era madre, y de todo el proceso que ella llevaba a cabo con los niños, el más duro era el momento de la separación. Cada vez que le ocurría algo así, luchaba con más fuerza por salvar a más niños. Comenzó a sacarlos en ambulancias como víctimas de tifus, pero pronto se valió de todo lo que estaba a su alcance para esconderlos y sacarlos de allí: cestos de basura, cajas de herramientas, cargamentos de mercaderías, sacos de patatas, ataúdes... en sus manos cualquier elemento se transformaba en una vía de escape. Con su ayuda, elaboró cientos de documentos falsos con firmas falsificadas dándole identidades temporarias a los niños judíos. Irena vivía los tiempos de la guerra pensando en los tiempos de la paz. Por eso no le alcanzaba con mantener con vida a esos niños. Quería que un día pudieran recuperar sus verdaderos nombres, su identidad, sus historias personales, sus familias. Entonces ideó un archivo en el que registraba los nombres de los niños y sus nuevas identidades. Apuntaba los datos en pedazos pequeños de papel y los enterraba dentro de botes de conserva bajo un manzano en el jardín de su vecino. Allí aguardó sin que nadie lo sospechase el pasado de dos mil quinientos niños... hasta que los nazis se marcharon.Pero un día, los nazis supieron de sus actividades. El 20 de octubre de 1943, Irena Sendler fue detenida por la Gestapo y llevada a la prisión de Pawiak donde fue brutalmente torturada. En un colchón de paja de su celda, encontró una estampa ajada de Jesucristo. La conservó como el resultado de un azar milagroso en aquellos duros momentos de su vida, hasta el año 1979, en que se deshizo de ella y se la obsequió a Juan Pablo II. Irena era la única que sabía los nombres y las direcciones de las familias que albergaban a los niños judíos; soportó la tortura y se rehusó a traicionar a sus colaboradores o a cualquiera de los niños ocultos. Le rompieron los pies y las piernas además de innumerables torturas. Pero nadie pudo romper su voluntad. Así que fue sentenciada a muerte. La resistencia le había sobornado porque no querían que Irena muriese con el secreto de la ubicación de los niños. Oficialmente figuraba en las listas de los ejecutados, así que a partir de entonces, Irena continuó trabajando pero con una identidad falsa.Al finalizar la guerra, ella misma desenterró los frascos y utilizó las notas para encontrar a los 2.500 niños que colocó con familias adoptivas. Los reunió con sus parientes diseminados por todo Europa, pero la mayoría había perdido a sus familiares en los campos de concentración nazis. Los niños sólo la conocían por su nombre clave: Jolanta. Irena Sendler lleva años encadenada a una silla de ruedas, debido a las lesiones que arrastra tras las torturas sufridas por la Gestapo. No se considera una heroína; nunca se adjudicó crédito alguno por sus acciones. . Sin embargo, y a no dudarlo, es toda una heroína Donanfer



El año pasado Irena Sendlerowa fue propuesta al Nobel de la Paz por los Gobiernos polaco e israelí y la asociación mundial de asociaciones judías y del Holocausto. Fue Al Gore quien se lo llevó. Este año Jesús Fraiz, creador de la Galería da Lonxevidade, se ha unido Santiago a esta iniciativa, y ya ha recogido más de medio millar de apoyos que pueden incrementarse enviando un correo electrónico con el nombre y el DNI a galeria.lonxevidade@gmail.com. A fin de cuentas, los judíos de Schindler trabajaban para él, pero Irena decidió arriesgar su vida por otros sin más.

viernes, 25 de abril de 2008

Sobre las discusiones y otros privilegios



Todos peleamos. Todos. Sin excepción. Y aquel que diga que no, o tiene un serio trastorno de personalidad dependiente o directamente esta mintiendo cual bellaco.

Como observadora del amplio universo del comportamiento humano, me resulta tremendamente interesante comprobar las distintas reacciones que tienen los humanos o humanoides en una situación de conflicto interpersonal.

Como "individua" perteneciente a este grupo humanoide, me hallo inmersa también en la vorágine de sentimientos y luchas internas -y externas- que supone una pelea. Y ahora mismo, es desde esta perspectiva desde la que me apetece hablar sobre las discusiones.


Siempre se ha dicho que dos no discuten si uno no quiere. Creo que eso es algo absolutamente falso. Dos discuten si uno quiere y si, por lo que sea, la otra parte no quiere discutir, inexplicablemente agrava la situación (véase este fenómeno mucho más claramente en las relaciones amorosas).

Además, esto se ve claramente con situaciones cotidianas. Nos resulta tremendamente difícil que alguien no nos deje tener control sobre algo. Así, cuando alguien nos dice, "no quiero hablar del tema" algún tipo de dispositivo se activa en nuestra cabeza impidiéndonos que procesemos el significado de esto. Lo que en realidad interpretamos es "quiero escuchar cómo me recriminas". Es un mecanismo perfecto, porque cuando alguien no quiere hablar, le reñimos, le recriminamos, le soltamos un discursito de eres inmaduro, irresponsable o directamente-inútil-en-las-relaciones y, de esta forma, le presionamos a que hable. Es una provocación en toda regla. Pero nuestra mente es una superviviente tan experta que nos hace pensar que estamos actuando de una forma perfectamente lógica y que, además, tenemos toda la razón del mundo.

Luego nos ofendemos cuando la otra persona no reacciona a nuestra provocación...Nuestro protector cerebro no nos deja darnos cuenta de que lo que nos dijo nuestro interlocutor desde el principio es que no quería hablar y hemos sido nosotros quienes no le hemos respetado.


Otro tema interesantísimo son las opiniones. Sí, las opiniones. Somos "opinadores" profesionales. Opinamos de todos y sobre todo. Da igual si no tenemos todos los datos o si no nos han pedido esa opinión. Nosotros la damos así, gratuitamente. Somos así de esplendidos.

Es curioso cómo nos permitimos el lujo de opinar sobre cualquier aspecto de una situación. No nos limitamos a opinar sobre las reacciones conductuales de alguien. Opinar si dar un puñetazo por no saludar es desproporcionado, es demasiado zafio...Nos gusta mucho más opinar sobre emociones.

Eso sí. Eso es más fino, más hiriente...y además, cuantos menos datos tengamos, mejor. La empatía siempre ha sido un obstáculo de lo más molesto para este tipo de menesteres.

Emitimos juicios de valor sobre la conveniencia o la proporción de los sentimientos de alguien. Es una estrategia perfecta, porque es algo sobre lo que la otra persona no tiene control alguno.

Vemos al pobre infeliz, pensando que lo que hay que hacer es contener los impulsos agresivos hacia su interlocutor. Pobre ingenuo, no sabe que lo que deje de hacer no nos importa. Ya ha expresado de alguna forma más socializada su emoción y con eso tenemos material de sobra para poner en marcha la maquinaria de críticas.


Es un tema peliagudo. El orgullo juega un papel fundamental en la interacción conflictiva. Ni siquiera cuando somos culpables nos bajamos de nuestro pedestal de superioridad moral. Nuestro primer instinto es "dar la vuelta a la tortilla" y reñir al ofendido por ofenderse. Fustigarle con la inconveniencia de sus sentimientos y luego no permitirle tener control ni siquiera sobre la opción de hablar o no del tema...


Todo esto es una opinión, claro está. Y os la dejo así, gratuitamente. Porque soy así de esplendida...

viernes, 11 de abril de 2008

Niños salvajes III: Kaspar Hauser


El 16 de mayo de 1828, lunes de Pentecostés, todos los alemanes de Nürenberg estaban en la calle celebrando el Ausflug anual, una fiesta en la que ni un solo vecino se quedaba en su casa: pobres y ricos poblaban las empedradas arterias de la ciudad. Todo era cantos y griterío, la cerveza se consumía sin cesar. Los primeros que vieron al extraño visitante que acababa de llegar creyeron que todo era producto de la incipiente borrachera. De pronto, en la plaza Unschlitt, como salido de la nada, había aparecido un sujeto encorvado y de mirada turbia, con la mandíbula colgante y aspecto simiesco. Los dedos de sus pies asomaban sangrantes de sus botas rotas. En su temblorosa mano derecha apretaba una carta. Hubo gritos de espanto. Los más precavidos corrieron a llamar a las autoridades.
Si bien el hombre no parecía correr el menor peligro, resultaba una figura extraña para los vecinos del lugar. Un zapatero, algo más benevolente, ofreció cerveza y jamón a esa infeliz criatura que por su aspecto se parecía a un grotesco y golpeado espantapájaro. El insólito forastero llevó la jarra a su boca, bebió un largo trago y vomitó no bien la cerveza había llegado a su estómago. El zapatero insistió, en este caso le ofreció pan y leche. Esta vez dio en la tecla, porque la misteriosa criatura comió y bebió sin problemas.
Cuando llegaron el alcalde y el oficial de guardia, ya el hombre parecía algo más tranquilo.
Lo acosaron a preguntas, pero de inmediato descubrieron que no podía pronunciar su nombre, aunque sí escribirlo en un papel: Kaspar Houser, escribió y ésa fue la primera de las muchas sorpresas que provocaría el enigmático Kaspar Houser. Aquella vez únicamente escribió su nombre, fuera de eso, apenas respondía "no sé" a las preguntas, y llamaba "muchacho" a cualquier persona y "caballo" a todos los animales.
La carta, sin firmar y dirigida a un capitán de caballería, informaba que Kaspar era huérfano, tenía 16 años y quería ser jinete militar.
Y concluía: "Si no acepta usted tenerlo, mátelo a golpes o cuélguelo de un árbol". Molesto ante la mudez de Kaspar, el capitán opinó que se trataba de "un imbécil o un primitivo" y lo dejó en manos de la policía.
Sin embargo, el médico que lo revisó dijo: "El hombre no es un retrasado mental, pero sin duda se lo ha privado de un desarrollo normal".
Así empezó el calvario de este extraño personaje sin padres, hogar ni pasado.
Un enigma irresuelto que asombró a los intelectuales europeos por sus ribetes de locura, conspiración y drama criminal. Su historia, que desde el mismo momento que se conoció interesó a los intelectuales de Europa fue, incluso, llevada al cine.
Su carcelero dijo al diario local: "Kaspar permanece horas sentado sin mover un sólo músculo. No camina y le molesta la luz. En la oscuridad ve como un gato". Y llegaron centenares de curiosos, educadores y científicos.
Todos querían ver como era ese "buen salvaje" que defecaba en su celda sin importarle la mirada ajena y jugaba con un caballito de madera al que además alimentaba antes de comer él.
Otras atracciones consistía en arrimarle una vela, cuya llama Kaspar pretendía tomar, quemándose los dedos, o mostrarle un reloj de péndulo, cuyo movimiento y sonido lo aterraban.
No diferenciaba entre un objeto inanimado y otro vivo.
Después, liberado y puesto al cuidado de un
simple maestro, ocurrió algo inexplicable. No había pasado un mes de aparición, y ya el analfabeto Kaspar Houser sabía leer y escribir como cualquier muchacho de su edad. Tanto que el 7 de julio redactó un dossier completo sobre su único, casi excluyente recuerdo: una habitación minúscula en la que no podía estar de pie, ni había luz, ni sonidos, ni cambios de temperatura, y donde al despertar encontraba una jarra gris y un pan negro. Jamás había visto a un ser humano y, sólo acompañado por su caballito de madera, nunca se sintió feliz o triste, dolorido o cansado.
La policía de Nürenberg no encontró el lugar descripto por el enigmático Kaspar Houser.
En 1829, bajo la tutela del filósofo George Daumer, Kaspar era un amnésico asumido, un refinado comensal y un poeta en ciernes. Pero en octubre de ese año ocurrió algo raro: fue encontrado inconsciente en el piso de la bodega de Daumer, sangrando de un feroz tajo en la frente. Al despertar, declaró que un sombrío enmascarado con guantes de cuero había intentado acuchillarlo, pero las autoridades no le creyeron. "La herida se la pudo haber causado él mismo", dijeron .
Durante los tres años siguientes, a cargo de un excéntrico lord inglés, Kaspar fue bautizado en la iglesia protestante y paseado por las cortes europeas. En 1833, el municipio de Nürenberg, responsable legal de Kaspar, forzó al lord a llevarlo a Ansbach, donde el ahora mundano "ex salvaje" se sintió agobiado por partida doble.
La villa era demasiado tranquila y su custodio oficial, el abogado e investigador Anselm von Feuerbach, había muerto aplastado por un carro frente a la mismísima comisaría, luego de apuntar en su libreta: "Ya sé que Kaspar Houser es hijo natural de un príncipe de Baviera y que su vida o muerte están sujetas a oscuros intereses. Quienes conocen su secreto tienen el poder y los medios para reiterar el primer intento de asesinato. Voy a develar esta siniestra confabulación".
Kaspar no leyó esa nota, pero el revuelo de armas y vigilantes que la concejalía de Nürenberg montó en la puerta de su alojamiento lo tornó irritable y asustadizo. Ya no podía ir y venir libremente, y vivía otra vez encerrado en un cuarto oscuro.
La noche del 13 de diciembre huyó por la ventana. Volvió al amanecer, tambaleante, moribundo, con profundas cuchilladas en los pulmones y el hígado. Antes de derrumbarse, contó que en la plaza de Ansbach un hombre le preguntó su nombre, le aseguró saber quién era su madre, le entregó una cartera con papeles y luego lo apuñaló. La policía no encontró rastros del atacante, pero sí la cartera. Contenía una misterios carta redactada al revés, para ser leída ante un espejo, que decía: "Hauser miente...Se escapó y...En la frontera de Baviera...sobre el río...Me llamo MLO". Nada claro, y entre tanto Kaspar agonizaba sin agregar una palabra más. Y nuevamente las autoridades dijeron que se había herido a sí mismo. Tres días más tarde, antes de expirar, repitió varias veces: "Yo no fui, juro que yo no lo hice". Los colegas de Feuerbach reabrieron el caso y hasta hubo pleitos por injurias a los nobles de Baviera, pero la tesis de que Kaspar era un vástago real criado en prisión no prosperó. Y si él sabía algo más en su hora final, se lo llevó a la tumba.

jueves, 10 de abril de 2008

Niños salvajes II: El caso de Kamala y Amala



La historia de estas niñas empieza en 1920, cuando un misionero llamado J.A.L. Sing, que se encontraba a las afueras de Midnapore fue informado por un nativo horrorizado que había un fantasma en el bosque, y que era necesario hacer un exorcismo. Cuando Singh fue a investigar lo que ocurría, acabó descubriendo a dos niñas desnutridas y salvajes en la madriguera de unos lobos en un nido de termitas, a quienes la madre loba defendía como si fueran sus cachorros. Aunque Singh dudó en qué hacer, antes de que pudiera decidir los nativos mataron a la loba y capturaron a las dos pequeñas. De hecho le costó acalorados discursos desde el púlpito para evitar que las niñas fueran también tiroteadas.


Kamala era la mayor. Tenía 6 años y su hermana Amala tan solo 3. Separadas así de su entorno "familiar" solamente se tenían la una a la otra, considerando hostil cualquier otro ser humano que se las acercara.
En los primeros meses, las pequeñas eran sumamente agresivas y peligrosas : arañaban, mordían y atacaban como bestias a quienes se le acercasen. Tenían las mandíbulas afiladas y los caninos más largos de lo habitual; los ojos les brillaban en la noche y veían mejor que nadie en la oscuridad, así como su sentido del olfato estaba especialmente desarrollado. Tampoco sabían llorar o reír, ni tenían, aparentemente, ningún sentimiento humano. Se constató que no parecía haber vínculos familiares entre las dos, lo que llevaba a la sorprendente conclusión que la loba las había recogido en diferentes situaciones.
Su adaptación fue tan difícil que el reverendo Singh se llegó a preguntar si no hubiese sido mejor dejarlas en el bosque.
Tan solo 1 año después de su ingreso en el orfanato, la pequeña Amala enfermó y murió de disentería.
Cuando Amala falleció, se vio a Kamala llorar (además, se la tuvo que separar por la fuerza del ataúd de su "hermana"). Pasó las semanas siguientes refugiada en una esquina y aullando en las noches.

A partir de entonces Kamala se mostró más sociable. En la foto puede vérsela tomando comida de la mujer del reverendo, a la que también permitó que la tocara y la besara ocasionalmente.
Como resultado de la educación recibida, Kamala mostró algún tipo de progreso, por ejemplo, aprendió los conceptos elementales de cantidad, empezó a andar por si misma y adquirió un vocabulario de unas cuarenta palabras monosílabas. Estas se referían únicamente a objetos de importancia vital y concreta. Esto es todo lo que se pudo conseguir hasta la muerte de Karnala, al cabo de nueve años de estar viviendo allíEn 1929 contrajo la fiebre tifoidea y murió tras dos meses de enfermedad. Fue enterrada junto a Amala en el cementerio cristiano de St.John.