lunes, 28 de septiembre de 2015

A vueltas con el PGS (Psicólogo General Sanitario)

Tras varios años ya después de publicar una entrada sobre el PIR, siguen existiendo dudas muy similares.

El PIR (Psicólogo Interno Residente) sigue teniendo las competencias muy claras, pero la lucha está por aclarar las competencias de aquellos que no acceden a la formación sanitaria especializada.
La práctica privada es un terreno poco vigilado, en el que los estándares de calidad y profesionalización no se comprueban, es decir, el cliente/paciente no sabe qué formación o titulación tiene que exigir al profesional que tiene delante.




La formación en clínica no es opcional para poder ejercer como psicólogo clínico.
No es legal hacer psicoterapia sin la formación correspondiente. Muchos licenciados/graduados en psicología, tras salir de la carrera, trabajan en el ámbito privado bajo el amparo de que lo que hacen "no es psicoterapia" o que "no tratan trastornos", por lo que muchos tiene la idea equivocada de que para trabajar en la privada "no es obligatorio" tener formación. Esto es, cuanto menos, peligroso.

Al inicio de exigir la f.s.e. (formación sanitaria especializada), es decir, el PIR, para ejercer como psicólogo clínico hubo un proceso de convalidaciones para dar cabida a todos aquellos profesionales formados y con experiencia que ya disponían de los criterios para considerarlos clínicos.
No dudo que en este proceso se cometieran algunas injusticias al dejar fuera a personas que contaban con años de experiencia y formación, como el caso que comenta Anónimo, y como el caso de muchas personas que trabajaron durante años en otro país (caso de un compañero argentino al que le negaron el acceso al título clínico por la vía transitoria).

No obstante, me parece arriesgado que sigan existiendo lagunas legales en las que personas con poca formación, se lancen a trabajar con personas que están sufriendo. Creo que esto no beneficia a la visión que se tiene de la psicología, ya que perpetúa la imagen de la psicoterapia como algo sin fundamento, algo como una mera conversación en la que se "dan consejos".

Ahora, con el nuevo máster de Psicólogo General Sanitario (PSG)se crea una nueva figura a medio camino entre el licenciado (ahora Grado) en Psicología y el Especialista en Psicología Clínica. Es decir, se exige una formación de postgrado (2 años) más específica en Psicología de la Salud (ya que, durante el grado, esto supone solo una parte de la formación) y se les reconoce con capacidad para trabajar en Promoción de la Salud.
Esto da salida a muchos titulados en Psicología que no pueden o no quieren acceder al PIR, pero no les permite hacer diagnósticos o tratar trastornos psicológicos.
El peligro de esto es que el terreno vuelve a ser turbio, ya que, de nuevo valiéndose de la privacidad de lo que ocurre dentro de una consulta, pueden alegar que no están haciendo psicoterapia o que la persona con la que trabajan no tiene un trastorno psicológico. Y es que el límite es complejo de establecer. Incluso para los profesionales. Cuanto más para los ciudadanos legos en estos términos.

Es indignante las pocas plazas que hay para la formación PIR. Con las personas que acceden al año casi no es posible cubrir las necesidades del Sistema Nacional de Salud, cuanto menos toda la práctica privada.
No se cuál es la mejor solución a esto, pero sí se que ponerse a ejercer sin formación especializada en psicopatología y psicoterapia es poco ético (además de ilegal).
Tampoco se si el máster PGS otorga los conocimientos necesarios para ello, pero no debe hacerlo cuando el ministerio de sanidad y el de educación establecen que no pueden diagnosticar ni tratar pacientes. Queda en la profesionalidad de cada uno, derivar al paciente/cliente a un especialista cuando se detecta un trastorno.

Esto ha derivado en una escisión dentro de los psicólogos españoles. Tratamos de luchar por establecer competencias, unos, para poder ejercer sin pasar por el PIR, otros, para que se nos reconozca la formación que nos ha empleado durante 4 años de residencia.
Lo que está claro es que alguien ha conseguido algo. Las peticiones por una salud mental pública de calidad, el aumento de plazas PIR o la oportunidad de formación de calidad han pasado a un segundo plano.
Con la oferta de un máster de dos años (privado y por tanto, claro está, previo pago) han abierto una puerta a una figura que no reconoce la psicología como sanitaria (el grado sigue siendo una titulación no sanitaria), sigue sin regular la práctica privada, ya que en muchos casos es ambigua y abre la puerta a que muchas instituciones públicas contraten, por menos dinero, a una persona menos formada (porque pagar un especialista cuesta más).


Hemos empezado a pelearnos entre nosotros, sin darnos cuenta de que así hemos dejado de pelear por otras cosas.

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