sábado, 13 de octubre de 2007

El arte de amargarse la vida

Dicen que el tiempo sana las heridas, pero no nos alarmemos porque aquí vamos a aprender cuatro mecanismos para convertir el pasado en una fuente inagotable de amargura.1°La sublimación del pasado.El aspirante de la vida amargada puede esforzarse y ver el pasado de juventud como una edad de oro perdida para siempre y filtrar a los recuerdos realistas que nos demuestran que esa etapa era una época de inseguridad, dolor universal y de angustia del futuro.Otro ejemplo podría ser una ruptura amorosa, no hay que dar crédito a los que dicen que la separación es un mal necesario, sino convencernos de que el nuevo arreglo constituirá el éxito ideal. Si esto falla hay que guiarse por la siguiente reflexión inminentemente lógica: si la pérdida del ser querido es tan dolorosa, el encuentro será una delicia celestial. Hay que apartarse de los amigos, quedarse en casa junto al tel., y si llega a sonar demostrar que uno está disponible de inmediato.La mujer de Lot.Otra ventaja de aferrarse al pasado está en que no corremos el riesgo de ver las nuevas contra-contrariedades ya que esto podría hacer tambalear nuestro pesimismo. El título de éste ejercicio está inspirado en el siguiente pasaje bíblico: “el ángel le dijo a Lot y a su familia: escapa por tu vida y no mires atrás ni te detengas en toda la llanura. Pero su mujer miró atrás y se convirtió en estatua de sal”El vaso de cerveza fatal.El nombre de esta técnica alude al título de una película en la que un joven no podía resistirla tentación de beber su primer vaso de cerveza. El hecho es breve, el arrepentimiento largo. Esta fatalidad tiene sus ventajas innegables, ya que si las consecuencias irreparables del primer vaso de cerveza no disculpan los vasos que siguen, sí los determinan. Es decir, si uno carga con la culpa debería haberlo sabido mejor y ahora ya es tarde. Si por casualidad en el hecho infortunio no hayamos tenido participación, entonces somos puras víctimas y que nadie intente sacudirnos de nuestro estatus de víctimas ni espere que tomemos medidas en contra.Lo que nos haya hecho Dios, los padres, los amigos o la vida es tan grave que la insinuación de modificarlo es una ofensaCualquier manual de psicología nos enseña que la personalidad está determinada y lo que se hace no se deshace.. Si por casualidad la vida luego nos da lo que queríamos el experto en amargarse la vida puede formular: ahora ya es tarde, no lo quiero. Así es posible responsabilizar al pasado de todo, incluso del bien y sacar de allí un capital a cuenta de la desdicha presente.La llave perdida o más de lo mismo.Un borracho busca con afán bajo un farol. Se acerca un policía y le pregunta que busca, a lo que él responde: mi llave. Los dos buscan enérgicamente. Al fin el policía le pregunta hombre si está seguro de haberla perdido allí. El borracho responde: no, aquí no, la perdí allí, pero está demasiado oscuro.Esto no es absurdo ya que buscar a la luz o a lo oscuro da el mismo resultado: no encontrar la llave.Esta es una de las mejores recetas para la desdicha: se trata de aferrarse tercamente a aquellas soluciones que alguna vez fueron eficaces. El problema es que el ambiente cambia y ahí empieza el ejercicio: conservar las adaptaciones como si fueran las únicas posibles para siempre esto convierte a la solución en cada vez menos eficaz y al problema cada vez más difícil. Entonces hay que aprender que no hay más que una sola solución y si no consigo el éxito es porque no me esforcé lo suficiente.Rusos y americanos.Una pregunta que propuso la antropóloga Margaret Mead:¿Cuál es la diferencia entre rusos y americanos? El americano tiende a fingir un dolor de cabeza para disculparse d un compromiso al que no quiere ir y el ruso necesita tener realmente el dolor de cabeza. La solución rusa es más efectiva y elegante ya que el americano no puede evitar saber que hace trampa. El ruso queda en armonía con su conciencia produce los motivos de disculpa sin ser responsable por ello.Cada generación produce especialistas en esto, son personas que gradualmente se encuentran en el momento inoportuno, en el lugar inoportuno.La historia del martilloUn hombre quiere colgar un cuadro y no tiene martillo. Sabe que su vecino tiene uno y está dispuesto a pedírselo cuando le asalta la duda: ¿y si no me lo quiere prestar? Ahora que recuerdo ayer me saludó algo distraído. Quizá tenía prisa, pero quizá la prisa era un pretexto y él tiene algo contra mí. ¿Qué puede ser? Yo no le he hecho nada, seguro se le metió algo en la cabeza en contra mía. Si alguien me pidiese alguna herramienta yo se la prestaría. ¿Cómo puede negarse a hacer un favor tan sencillo?. Tipos como este le amargan la vida a uno. Esto es el colmo.Así que nuestro hombre sale precipitado a la casa del vecino, toca timbre, se abre la puerta y antes de que el vecino tenga tiempo de decir nada nuestro hombre le grita furioso: ¡Quédese usted con su martillo, so penco!Si bien esta no es una técnica nueva, es muy sencilla y efectiva y posee una característica especial que es la aplicación de rebote a nuestro consorte, por lo cual es fundamental aprender a ser como los rusos (y que nuestra mano izquierda no sepa lo que hace la derecha). Para ello van aquí algunos ejercicios:1-sentarse relajado, cerrar los ojos y pensar en un jugoso limó, pronto sentiremos como se nos hace agua la boca.2-pasar del limón a nuestros zapatos, detenernos en cada sensación, en cada rugosidad, en cada molestia, en donde aprieta. Debemos pensar mucho en estas molestias de modo tal que cuando vayamos a comprarnos nuevos zapatos, éstos también molesten y no consigamos ninguno que nos resulte cómodo.3-de la misma manera debemos concentrarnos en aquellas pequeñas manchitas que tenemos en la vista luego de mirar la luz. Observar con atención que no se van y que obstaculizan la visión. Seguramente nuestra vista está en graves problemas y camino a la ceguera.4-si lo de la vista no funcionó, tenemos otra opción: prestemos atención a ese zumbido que en nuestros oídos, es molesto y permanente consulte a un especialista y no le escuche cuando quiera quitarle importancia al asunto diciéndole que se trata de un tinnitus normal.5-ya maneja su propio cuerpo, pasemos al entorno. Comencemos por los semáforos. ¿Vio que tienden a permanecer verdes hasta que usted llega y ahí pasan a amarillo y luego a rojo? Resístase si su mente le sugiere que la cantidad de semáforos verdes y rojos con la que se encuentra es similar. Muy pronto descubrirá que unos poderes negativos lo dominan.6- una vez alcanzado este nivel coméntele a sus amigos que unas extrañas fuerzas están en su contra y observen con cuidado si acaso ellos intentan persuadirle de que está equivocado, seguramente ellos también están implicados en el complot y por lo tanto no son de fiar.Si usted realiza estos ejercicios vera que puede comenzar hoy mismo a amargarse la vida sin necesidad de ser ruso.

Recomiendo encarecidamente la lectura de este libro: El arte de amargarse la vida, de Paul Watzlawick, para los que aún son amateurs en la gratificante habilidad de ver el vaso medio vacío...

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