lunes, 14 de enero de 2008

El pasado y otros temas peliagudos


Contarle a alguien que la cicatriz de que tenemos en la rodilla es de una caída con la bici a los 8 años es una cosa, pero hablar de humillaciones pasadas, fracasos estrepitosos, decepciones y rupturas es otra muy distinta...

Así pues, la pregunta de esta semana es: ¿Nos cuesta “desnudar” nuestro pasado ante nuevas relaciones?

Una de las ventajas que tiene conservar a las amigas de la infancia es que no tienes que ponerlas al día de las vicisitudes de tu vida y sobre todo de tus trapos sucios...ya están al corriente de todos ellos.

En las primeras etapas de cualquier tipo de relación, tarde o temprano, se llega a una fase de autodesvelamiento. Incómodo algunas veces, gratificante otras y necesario siempre; el proceso de darse a conocer requiere de altas dosis de confianza, seguridad y reciprocidad. Pero a veces no es tan sencillo.

La ruptura del caparazón que a menudo nos envuelve en las nuevas relaciones (y en algunas no tan nuevas) no se romperá gratuitamente. Dejaremos que otra persona lo perfore sólo si nos permite hacer lo mismo.

Pero a veces, uno desea mostrar más que el otro; a veces incluso lo necesita...y resulta doloroso y desconcertante no poder atravesar el muro que el otro construye para protegerse.
Otras veces, el muro lo ponemos nosotros...Pero ¿por qué lo hacemos?
¿Nos protegemos del posible futuro daño asegurandonos de que nuestras flaquezas no salgan a la luz? ¿Es una cuestión de no sentirnos vulnerables?

Tal vez se trate de un simple instinto de supervivencia. Tal vez mostramos a los demás nuestra parte fuerte y sin fisuras, porque presuponemos que si ven nuestro talón de Aquiles, lo aprovecharán para derrocarnos.

Es posible que tengamos experiencias que nos aleccionaron en el juego de las "máscaras". Está claro que en muchos ámbitos, las relaciones funcionan según un principio de complementariedad, de forma que una posición de debilidad provoca inevitablemente una posición dominante.
Quizá por eso actuamos así. Tal vez extrapolamos este principio a las relaciones de pareja o amistad; relaciones más profundas y más íntimas.
Es por eso que creo que esto merece una reflexión. ¿Estamos malogrando las relaciones íntimas por una lucha por el poder que no tiene sentido en éstas? ¿Primamos el conservar una posición dominante en relaciones que muy por el contrario, requieren una atmósfera de igualdad y seguridad?

En mi opinión, una relación significativa, de compromiso compartido pasa necesariamente por el tan temido autodesvelamiento. Y éste se consigue satisfactoriamente cuando se experimenta en la relación el sentimiento de seguridad.
Y al hablar de seguridad no me refiero a sentir que la otra persona no va a irse o que va a protegerte de las adversidades.
Hablo de la seguridad entendida como el privilegio de mostrarse desprotegido ante alguien, con la completa convicción de que no va a suscitar en aquel una reacción de fuerza.

3 comentarios:

Mattizze dijo...

para iniciar una nueva relacion...? mmmm sacate la ropa, pero kedate vestido por dentro, lo primero es lo primero. y si el sexo es lo suficientemente bueno, pues ahí si te desnudas completo.
jajajaj tiene que valer la pena revelar esos secreto k a veces llamamos "trapitos sucios", pero ojo, no pasan de ser solo eso... recuerdos...

Unknown dijo...

Supongo que habrá que dar en las escuelas "el arte de amargarse la vida" :p para que veamos todos que la vida no es un juego de sumas a cero. Por otro lado no estoy de acuerdo con que sea necesaia la reciprocidad,en mi opinión uno puede disminuir la reciprocidad con seguridad en uno mismo, lo cual tiene la ventaja de depender de uno cubriendo las necesidades que surjan sin contar con factores externos

Anarouss dijo...

Con la reciprocidad no me refiero a un intercambio en plan transacción: Tú me cuentas un secreto y yo te cuentro otro...jeje. Pero sí creo que cuando yo no quiero abrirme a otra persona, le estoy poniendo difícil que se abra a mí. Casi cualquier relación es una interacción en la que se da y se recibe. Es cierto que colocar el locus de control en uno mismo proporciona más control (valga la redundancia)porque eso nos exime de tener que poner le devenir de las cosas en manos de otra persona. Es una forma de confiar en que yo soy más de fiar que el otro (cosa no siempre falsa, ni siempre verdadera; aunque sí algo más sana que pensar lo opuesto). Pero nos guste o no, somos seres sociales, que necesitamos de la interacción con los demás y de una interacción significativa que nos obliga a confiar en el otro aunque no deje nunca de ser un "factor externo"