miércoles, 16 de enero de 2008

La proporción áurea

Continuando con la entrada de la sucesión de Fibonacci, esta vez hablaremos de la proporción áurea.
Se trata de la división armónica de una recta en media y extrema razón. Es decir que el segmento menor, es al segmento mayor, como éste es a la totalidad de la recta. O cortar una línea en dos partes desiguales de manera que el segmento mayor sea a toda la línea, como el menor es al mayor.

La proporción áurea está estrechamente ligada a ø , el llamado "número dorado" o "sección áurea" (1.618034...) número irracional que ha regido los cánones estéticos occidentales desde tiempos de la Grecia clásica. A este número se le ha pretendido atribuir un sinfín de propiedades místicas y esotéricas por la gran frecuencia con que aparece asociado a la estética e incluso a cuestiones biológicas o físicas.



Así podemos hallar, por ejemplo, altares y templos hindúes elaborados de acuerdo a estrictas reglas matemáticas que determinaban el número de ladrillos con los que se debían construir o la forma en que debían acomodarse. O pirámides en el antiguo Egipto construidas de acuerdo a proporciones matemáticas.
En la antigua Grecia se utilizó para establecer las proporciones de los templos, tanto en su planta como en sus fachadas. En el Partenón, Fidias también lo aplicó en la composición de las esculturas.


Los artistas de Renacimiento utilizaron la sección áurea en múltiples ocasiones tanto en pintura, escultura como arquitectura para lograr el equilibrio y la belleza. Leonardo da Vinci, por ejemplo, la utilizó para definir todas las proporciones fundamentales en su pintura. La última cena, desde las dimensiones de la mesa, hasta la disposición de Cristo y los discípulos sentados, así como las proporciones de las paredes y ventanas al fondo.
Leonardo da Vinci, en su cuadro de la Gioconda (o Mona Lisa) utilizó rectángulos áureos para plasmar el rostro de Mona Lisa..

El astrónomo Johannes Kepler, descubridor de la naturaleza elíptica de las órbitas de los planetas alrededor del Sol, mencionó también la divina proporción.

Hoy en día la sección áurea se puede ver en multitud de diseños. El más conocido y difundido sería la medida de las tarjetas de crédito, la cual también sigue dicho patrón, así como nuestro carné de identidad y también en las cajetillas de cigarrillos.
En la arquitectura moderna sigue usándose; por ejemplo, está presente en el conocido edificio de la ONU en Nueva York, el cual no es más que un gran prisma rectangular cuya cara mayor sigue las citadas proporciones.

Autores como Bártok, Messiaen y Stockhausen, entre otros, compusieron obras cuyas unidades formales se relacionan (a propósito) con la sección áurea.
En el cuerpo humano, los ventrículos del corazón recuperan su posición de partida en el punto del ciclo rítmico cardiaco equivalente a la Sección Áurea. El rostro humano incorpora este ratio a sus proporciones. Si se divide el grado de inclinación de una espiral de ADN o de la concha de un molusco por sus respectivos diámetros, se obtiene la Sección Áurea. Y si se mira la forma en que crecen las hojas de la rama de una planta, se puede ver que cada una crece en un ángulo diferente respecto a la de debajo. El ángulo más común entre hojas sucesivas está directamente relacionado con la Sección Áurea.

Pero, tratando de contestar a la pregunta de Coyote sobre por qué esta proporción nos sugiere armonía, he indagado un poco sobre las reflexiones que los expertos han llevado a cabo sobre el tema.
Sin poder responder con exactitud a esta cuestión, casi todos los que se sumergieron en el estudio de la proporción áurea están de acuerdo en que el orden es y ha sido algo indispensable para el ser humano. Desde los albores de la humanidad, nuestra especie ha dependido de su capacidad para establecer o encontrar un orden dentro de la naturaleza para poder sobrevivir. Sin un orden en su entorno, nuestros antepasados hubieran sido incapaces de establecer de forma rápida los lugares que les podían servir de abrigo, los que eran peligrosos, los que escondían presas para el sustento de sus tribus primigenias. Sin este orden tampoco hubieran podido conocer las plantas que podían comer y las que no, los momentos que eran propicios para cazar o cuando tenían que migrar en busca de nuevo sustento.Conforme el hombre fue evolucionando, y en la medida en que su cultura se fue haciendo cada vez más y más compleja, el orden dentro de la vida del ser humano se hizo también más difícil de establecer y mantener. Aun así, siempre ha habido entre nosotros ese anhelo de poder encontrar en nuestro medio, cada día más enmarañado, un orden que permita simplificar nuestra existencia y devolvernos un poco de esa paz que creemos perdida.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Yo pienso que es mejor hacerlo más claro NO SE ENTIENDE NA!!!!