miércoles, 21 de noviembre de 2007

El derecho a ser irracional

Sí, otra vez de reivindicaciones, pero no os preocupeis, que ésta no tiene los matices feministas habituales...Esta vez quiero reivindicar un derecho de todos y todas: el derecho a ser irracional.

Durante todo el proceso de maduración como personas tenemos que aprender a racionalizar las cosas. Parece ser que en el contrato para ejercer como persona adulta se establece una claúsula con la que nos compromentemos con nosotros mismos y con la sociedad a ser responsables, equilibrados y racionales.

La socialización nos muestra formas "correctas" de expresar nuestra ira, nuestra angustia y hasta nuestro dolor. Tenemos pautas para todo, tenemos una idea muy exacta de como las cosas deben ser, incluidas las emociones.

Sentirse bien o mal parece que debe estar dictaminado por las circunstancias y en nuestra cultura hay ocasiones en las que es lícito sentirse mal o bien y otras en las que no lo es.

La envidia, por ejemplo, está relegada a los más profundos rincones de lo que Freud llamaría nuestro inconsciente, porque no es políticamente correcto sentirse así.

De la misma forma, la madurez nos exige ser estables y equilibrados en cada momento, sin dar tregua o permitir un "descanso". A los niños se les permite, a quien está sufriendo una pérdida traumática, se le permite; a alguien depresivo/depresógeno se le permite...y está bien. ¿Pero qué pasa con el resto de los humildes mortales? ¿No tenemos derecho a ser irracionales alguna vez?

A veces podemos sentirnos celosos sin motivo ni razón; a veces podemos cabrearnos con el mundo por haber pisado una caca de perro, a veces podemos llorar porque se nos ha roto el tirante de nuestra camiseta favorita o sentirnos en pleno derecho para pedirle algo tremendamente injusto a nuestra pareja...



Es cierto que la irracionalidad es la parte de nosotros que más compartimos con los animales. Lo racional es lo que hace al hombre inteligente, lo que le distingue del mundo animal. Pero las emociones es lo que nos hace humanos; actuar y pensar emocionalmente es lo que nos hace personas.

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