martes, 13 de noviembre de 2007

"¿Por qué me toca siempre a mi la gorda?"

Una frase aparentemente jocosa y por desgracia muy común.
La creciente importancia que se da al físico lleva a extremos preocupantes. Ya no se trata de que estar delgada se vincula directamente con el éxito personal, sino que se convierte en un requisito indispensable para entrar en el juego.
Las primeras impresiones son importantísimas, incluso más de lo que es políticamente correcto admitir. Así lo demuestran numerosos estudios antropológicos, sociológicos y psicológicos: somos capaces de generar una "primera impresión" de alguien en tan solo 91 segundos y ésta, además de perdurar un tiempo considerable va a marcar la interacción que establezcamos con esa persona en el futuro. Además de esto, la propia experiencia nos dice que la apariencia de alguien tiene un peso sustancial en la creación de esta impresión.
No es cuestión de ser hipócrita diciendo que a mi no me importa la apariencia física. Si dijera que no me fijo en el atractivo exterior de alguien al conocerle, mentiría. Desgraciadamente, nadie está completamente libre de los estereotipos y los canones de belleza que impone la sociedad, porque todos vivimos y estamos inmersos en ella.
Sin embargo, sí podemos marcar una diferencia y es no caer, por supuesto y en primer lugar, en la descalificación y después en la "exclusión" de quien no entran o no entramos en el perfil de belleza tal y como nos lo imponen hoy.
El ideal de belleza actual no es real, no es posible y por supuesto, roza la enfermedad física por inanición pero, en mi opinión, ya no se si es cuestión de cambiar ese ideal de belleza y hacerlo más plausible o si lo realmente importante es dar a ese aspecto la importancia que realmente tiene.
Una persona baja o demasido alta, una chica gorda, un chico con entradas o una persona "fea" puede ser la persona ideal. No voy a caer en demagogia hablado de la belleza interior. Me refiero a que cuando no nos damos la oportunidad de conocer a alguien por el rechazo inmediato que ejecutamos al repudiar su aspecto físico, tal vez estamos perdiendo a la mejor amiga, a la colega más divertida para salir de fiesta o a nuestra pareja ideal...Y por qué no, puede que sea el/la mejor amante que hubiéramos tenido. Al fin y al cabo, las relaciones (cualquier tipo de relación) funciona por razones que nada tienen que ver con el aspecto físico, porque ni la confianza, ni la seguridad, ni el apoyo, ni la complementariedad...ni siquiera la atracción sexual, tienen que ver con la talla o la nariz perfectas.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Olé, olé y olé...

Calíope dijo...

Después de lo que has dicho creo que ya no queda nada mas que añadir. Salvo, que tienes toda la razón del mundo