jueves, 29 de noviembre de 2007

La grafología

La grafología es una técnica que, valiéndose del análisis de la escritura, permite conocer la personalidad de un individuo. Algunas corrientes le confieren estatus de ciencia, otras rechazan de plano esta catalogación.

Son dos las áreas en que la grafología resulta especialmente útil: el peritaje y el psicoanálisis en su concepción más amplia. Magistrados, bancos y policías se sirven de la evidencia de que cada escritura es diferente. De este modo, si precisan asegurarse del autor de una firma o encontrar huellas en manuscritos,se valen del análisis gráfico de documentos y de comparaciones de rúbricas realizadas por peritos, que llegan a ofrecer pruebas concluyentes. Menos objetiva, pero también muy valiosa,es la analítica de la grafía, que ayuda a definir la psique de una persona, tanto para descubrir patologías como causas de comportamientos, etc.
Sin entrar en la polémica de si se trata de una ciencia o no, muchos profesionales hacen uso del análisis de la escritura: la rama neurológica de la Medicina -el análisis de manuscritos de un paciente sirve de ayuda en la detección, grado y desarrollo de algunas patologías y,por supuesto, los forenses, tanto clínicos como policiales, porque la letra, como las huellas dactilares, es única e inimitable.

En un estudio en profundidad se analiza el orden del escrito, la distancia entre renglones o la cercanía a los márgenes, entre otros aspectos, para conocer la estructura mental de una persona. También se estudia el tamaño de la letra, que guarda relación con el nivel de autoestima y el grado de expansión del sujeto; la inclinación de las letras, para saber en qué medida la persona se relaciona con los demás; la dirección de las líneas, para encontrar la estabilidad emocional; la presión con que se imprime la grafía, para evaluar el nivel energético de una persona; la rapidez de la escritura, que desvela las reacciones de un individuo ante distintas situaciones que se le plantean; la continuidad, es
decir, el grado de unión o separación de las letras y de las palabras, lo que
permite conocer el nivel de constancia y regularidad de un individuo en su actividad, vida afectiva y pensamientos; y por último, la forma o estructura
general de la escritura, que da cuenta del comportamiento cultural, ético y moral.

Cualquier manual que aluda a la grafología estará de acuerdo en que la escritura redonda corresponde a personas tranquilas y pasivas, o en que una firma legible es la de un sujeto responsable pero soberbio. Estos rasgos responden a los arquetipos que, desde Platón, filósofos y estudiosos del ser humano vienen utilizando para clasificar personalidades, así como a los
temperamentos definidos por Hipócrates.

No obstante, son muchos más los rasgos a estudiar, y muchas las variantes
que tienen que llevar a concluir que la grafología resulta oportuna y útil. Y
es que las conclusiones grafológicas no se limitan a enumerar variantes de tipos
de letras, sino que permiten perfilar caracteres y describir a una persona.
Por eso, los especialistas serios en grafología parten de una rama científica y
suelen ser neurólogos, psicólogos, filósofos o psiquiatras que hacen de ella
una herramienta auxiliar con la que atender a un paciente. De hecho, las
asociaciones nacionales e internacionales de grafoanalistas se han dotado
de un código deontológico que, entre otras reglas, recoge la de “abstenerse de
impartir enseñanzas de prácticas mánticas (adivinatorias), para evitar la confusión producida por la unión de lo científico con lo opinable y el consiguiente descrédito y falta de seriedad que tal proceder ocasiona a la profesión de grafólogo y a la ciencia a la que éste sirve”.

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