viernes, 28 de diciembre de 2007

Cuestión de elecciones

Hoy quiero hablaros de algo muy común y a la vez complejo: las decisiones.

A lo largo de nuestra vida se nos plantean grandes decisiones que marcarán de una forma u otra nuestro futuro; unas veces de forma definitiva y otras con una determinación que no es tanta como pensamos en su momento.

También tendremos que tomar decisiones menores en repercusión pero que tendrán una gran importancia en en momento y circunstancias en las que se produzca la encrucijada.

Y por último, habrá pequeñas cosas, decisiones que cualquiera llamaría insustanciales, sin demasiada repercusión, sin demasiada importancia.


Es de estas últimas de las que quiero hablar. No me refiero a elegir el color del edredón de nuestra cama o si contratar orange o vodafone...Son decisiones sutiles sobre nuestra forma de afrontar las situaciones, los problemas y las relaciones.

Por supuesto que es importante decidir si uno se quiere casar con su pareja; si desea tener hijos; si aceptará el trabajo en Pekin...También parece muy evidente la importacia de decisiones como qué carrera estudiar o qué tipo de empleo vamos a buscar.

Pero decidir qué clase de amigos somos o qué principios van a regir nuestra vida son elecciones que van a constituir los pilares fundamentales de nuestro yo, de nuestra identidad, de nuestra personalidad. Y esa piedra angular se coloca con pequeñas decisiones, con pequeñas elecciones, con los pasos, casi imperceptibles a veces, que damos día a día en nuestra vida.


En ocasiones vamos a tener que escoger entre dos alternativas que nos gustan y a veces (lamentáblemente las más) tendremos que elegir sin que nos gusten ninguna de las alternativas...A veces estaremos entre la espada y la pared...A veces estaremos en la angustiosa situación de renunciar a algo sin remedio...Se nos van a presentar estas situaciones y es algo que debemos asumir.

Eso sí: no elegir no es una opción.

La posición de neutralidad no es muy plausible en el mundo real. Mantenernos al margen de todo es materialmente imposible. Nos guste o no, siempre tomamos partido por alguna de las partes, por alguna de las alternativas. Incluso es mero hecho de quedarse quieto implica un elección: la de no actuar; pero una acción al fin de al cabo.


Elegir si acompañamos o no a una amiga en un momento difícil; elegir si contar un secreto; elegir si ser fieles a otro o a nosotros mismos; elegir el momento en el que está justificada una mentira; elegir la definición precisa de "mentira piadosa"; elegir reñir a alguien a quien queremos o darle la razón cuando no la tiene...Todas son decisiones importantes. Y como toda decisión debemos asumir que llevan implícita la pérdida de la otra opción. Como toda decisión, pagaremos un precio. Tal vez la diferencia entre estas decisiones y las "trascendentales" está en que, a veces, nos damos cuenta del precio demasiado tarde. A veces, no podemos decir con exactitud en qué punto del camino tomamos la decisión errónea.

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